Tengo 48 años. He practicado varios deportes, entre ellos, remo, carrera a pie, triatlón, esqui de fondo y ciclismo, este último a cierto nivel y de manera intensiva. Hace unos 30 años, con 18, fui operado de los dos talones de Aquiles a causa de una bursitis calcánea (hoy en día no me habría dejado operar). Desde entonces, a causa de dicha operación y de un período de recuperación corto después de la misma y una vuelta demasiado intensiva a la actividad deportiva, he tenido diversos problemas en los tendones de Aquiles, incluso en dos ocasiones he estado a punto de romperme uno de ellos. Ningún médico, alguno de ellos un gran especialista que ha operado a muchos deportistas de alto nivel, y que conozco desde la época de mi operación (aunque él no cometió la tropelía) me ha solucionado mis problemas.
Hace unos cuatro años, la cosa se agravó, de forma que aproximadamente cada tres o cuatro meses, me despertaba por la noche con un pequeño pero punzante dolor en el tendón que me obligaba a andar completamente cojo. Ese dolor se acompañaba de una hinchazón impresionante y progresiva que me llegaba hasta la pantorrilla, de forma que la final tenía que andar incluso con muletas. La hinchazón iba remitiendo aproximadamente el cuarto día y se me pasaba por completo. Esto me ocurría indistintamente en el tendón derecho y en el izquierdo, cuando hasta entonces el derecho no me producía muchas molestias. Después de acudir a diferentes médicos –a ninguno de ellos sabía por dónde le daba el aire- y descartando mediante análisis de sangre que la enfermedad tuviera un origen reumático (Seignalet en su libro mencionada que la mayoría de los pacientes no presentan un factor reumatoide positivo) el especialista mencionado anteriormente me dijo que tenía una tendinosis, una degeneración de los tendones, que eso me seguiría pasando y que me ocurriría alternativamente en los dos, y la causa se desconocía. Me mandó hacer un ejercicio para fortalecer los tendones.
Después de ocurrirme varias veces llegué a la conclusión de que tenía que ver con la alimentación e hidratación en momentos puntuales, y traté de cuidar ese aspecto. Como consecuencia de ello, esas crisis, aunque más espaciadas en el tiempo, se seguían produciendo.
Un amigo mío que estudió Medicina, además de otras cosas, y que llegó a ejercer de médico alopático, y que ahora se dedica a otras terapias como osteopatía y homeopatía, me recomendó el año pasado estando en la playa y en una conversación totalmente informal, el libro de Jean Seignalet.
Lo devoré en una semana. Veía que muchos de los casos de los que hablaba, tenían similitudes con mis síntomas, aunque afortunadamente yo no tengo ninguna de esas enfermedades. Mi última crisis fue en agosto de 2009, y las dos anteriores en abril y mayo de ese mismo año. A primeros de septiembre de 2009 empecé con el régimen, aunque no de una manera tan estricta. Siempre he llevado una alimentación sana, con verduras, ausencia de frituras, etc., pero no me había dado resultado. Seignalet dice en su libro que la mayoría de las personas notan una mejoría antes de tres meses, o sea que comencé el régimen pensando en realizarlo durante ese plazo. Lo que hice fundamentalmente fue: No tomar leche ni derivados; no tomar pan ni cereales, incluida la pasta; cocinar las verduras al vapor; no tomar cerveza; no tomar azúcar blanco ni nada que lo contenga; hacer poco la carne, tomar diariamente yogur de soja; no beber cerveza.
Al mismo tiempo tomé los fermentos lácticos y las vitaminas que Seignalet aconseja en el libro. El resultado fue espectacular. Por increíble que parezca, en aproximadamente una semana los dolores en los talones me fueron remitiendo, el anquilosamiento de los mismos al levantarme también. La mejoría fue progresiva, aunque tuve como si dijéramos un pequeño retroceso, que enseguida se rectificó. Yo que voy diariamente al water y nunca he tenido problemas gástricos ni intestinales, iba muchos días tres veces al water, con un volumen de lo “expulsado” verdaderamente increíble. Como dice Seignalet en su libro, perdí peso, las dos primeras semanas dos kilos cada semana (y eso que estoy delgado), que después recuperé totalmente.
El resultado fue tan bueno, que al mes y medio dejé de tomar los prebióticos y las vitaminas y relajé un poco el régimen.
Ahora ya ha pasado un año y me he relajado mucho en cuanto a la alimentación: tomo más cerveza, como pan de vez en cuando, tomo algo de queso y también tomo galletas que contienen cereales y azúcar refinado. Como consecuencia de ello, estoy empezando a notar molestias, que no son ni por mucho las mismas que tenía hace un año. En septiembre empezaré nuevamente con la pauta del año pasado.
Después de seguir indagando en el asunto, he llegado a la conclusión de que la famosa tendinosis no es sino una poliartritis reumatoide.
Por otra parte, yo anteriormente cogía muchos catarros, ha habido años que he empalmado la curación de uno con el comienzo del siguiente. He de decir que desde septiembre del año pasado, he tenido solamente un pequeño catarro y me ha durado mucho menos de lo que me duraban anteriormente.
Al mismo tiempo, en mi casa, mi mujer y mis hijos hemos dejado de tomar leche. Pues bien, mi hijo pequeño de seis años, que ha estado enfermo muy pocas veces a lo largo de su corta vida, solamente ha tenido varias otitis. Además de esas otitis, tenía siempre, en invierno y verano unos mocos verdes que le brotaban sin cesar. Ha estado en tratamiento con dos otorrinos diferentes durante más de dos años, uno de ellos incluso, quería operarle de vegetaciones. Aunque parezca una fantasía, desde que no prueba la leche, no ha vuelto a tener una otitis, y le han desaparecido por completo los mocos. Anteriormente siempre llevaba un pañuelo en el bolsillo –cuando no eran dos, uno por la mañana y otro por la tarde- desde septiembre no ha vuelto a utilizar un pañuelo.